domingo, 3 de noviembre de 2019

Sobre "El hablador" y el tradicionalismo "americano" que sigue sin ser

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Terminando de transcribir unas entrevistas a mujeres machiguengas no puedo evitar (después de admirarlas en silencio, obviamente) pensar lo cerca que estuvo Mario Vargas Llosa con "El hablador" de fundar la que pudo ser una increíble e importante escuela de pensamiento literario (y por consiguiente artístico, político, filosófico...) de TRADICIONALISMO-peruano.
No me refiero al ridículo y mal llamado "tradicionalismo político" (oxymoron, por cierto) de brazo levantado que bien podría decirse que tiene su versión peruana (el etnocacerismo de Antauro). Me refiero a la escuela de tradicionalismo, basada en filosofía perenne, que básicamente fundó René Guénon.
El genio de Vargas Llosa estuvo en poder atisbar mediante el arte lo que las ciencias siguen ignorando sobre el choque en esa parte foránea (la cultura/TRADICIÓN viva de los pueblos indígenas) con el moderno "mundo occidental" (el estado peruano).
La novela en su narración sobre el choque (implosión) de estos dos mundos casi prueba definitivamente una de las ideas principales del tradicionalismo: la modernidad es una "anomalía" en la Historia de la Humanidad (ambas con H) y el alza de las filosofías seculares (por más que se vistan de cruzadas civilizadoras) no han logrado más que esconder la verdad Real y Absoluta (como la llamaban los tradicionalistas cuya búsqueda por ella fue de Europa a Asia) pero que en nuestro caso debería llamarse verdad Natural (e iría de la América mestiza a la América Originaria, de la cual su taoísta y verdadero nombre nunca sabremos) debido a la cosmovisión y su fascinante relación con el no-pueblo machiguenga que Vargas Llosa nos muestra
(el no-pueblo conformado por los no-yo que son los machiguengas, el no ser es un concepto difícil de entender para las mentes occidentales pero que se asemeja, por ejemplo, muchísimo al concepto del no-yo de la filosofía china "ancestral" y que mediante las técnicas literarias que sólo un maestro como Vargas Llosa puede usar con eficacia, se logra entender, por lo menos de manera artística, en mi opinión una de las pocas maneras valiosas de entender las cosas...).
Es una pena que "El hablador" haya pasado a segundo plano frente al clarísimo "pot-boiler" o novela de relleno que es "Elogio a la madrastra" y sobretodo a (ésta sí es una buena novela) "Lituma en los Andes", entendible pero igualmente penoso.
Pero lo más penoso (y quizás más terriblemente entendible) es que después de toda la mercadotecnia huachafa de nuestro Nobel no se haya revalorizado esta obra (en la última feria del libro realizada en su “honor” la sección dedicada a la presencia de la selva en sus obras era patéticamente risible por su diminutez, en esa pequeña infografía "Pantaleón y las visitadoras" ocupaba la mitad del espacio, obviamente) como debe ser. Es entendible porque en la cultura del espectáculo (irónico que Varguitas haya hecho un ensayo al respecto) es mucho más efectivo vender una imagen que una experiencia, y el hecho que se recuerda (como siempre) mucho más "nuestras" raíces andinas que las amazónicas es sólo otro síntoma del porque es más fácil vender el fotogénico Macchu Picchu que la experiencia selvática (el primero está hecho para compartir en instagram y poner de foto de perfil y portada en facebook, el segundo implica picaduras de zancudos y tener que subirte a una canoa). Y por lo mismo es más fácil premiar un libro con caníbales, terrorismo y sierra que un libro que cuestiona de manera mordaz no solo la moral de cualquier tipo de intervención frente a un mundo abandonado y desconocido, sino la idea de la intervención en sí.
Pero no todo está perdido y quizás Vargas Llosa no era el indicado para iniciar esa escuela... No, es absolutamente obvio por su evolución ideológica, política y (me duele decirlo) literaria que no era el indicado (sin embargo no puedo evitar ver cierto paralelo entre Vallejo y T. S. Eliot y su relación inexistente pero innegable con el tradicionalismo). Pero así como Borges fue el precursor del post-modernismo latinoamericano, quizás "El hablador" es la piedra fundacional de una escuela tradicionalista amazónica-andina, estoy seguro que con la coyuntura que aqueja a Brasil, Ecuador y Perú, algún grupo tiene que mirar atrás,bien atrás, mucho antes de esos nombres impuestos para darle sentido al sentido que estaban arrebatando al nombrarlo.
Eso sí, las entrevistas que he transcrito son pruebas de que el tiempo se está acabando. Machiguengas que con la moderna introducción de un salario ya olvidan cazar y pescar. Habría que comparar las líneas del tiempo en las que actuó Coomaraswamy y sobreponerla a la línea de tiempo en la que vamos actuar nosotros y aún así, si algo sé como peruano occidentalizado, es nuestra capacidad de cagarla a velocidades ridículas en busca del "progreso" y el desarrollo en cuyas vías supuestamente estamos (hace ya 200 años...).

Mini-reseña: El hablador, Vargas Llosa

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El Vargas Llosa más simpático presenta su novela más tierna y melancólica (no falta del humor sello del autor), una metaficción increíble que es una carta de amor a muchas cosas, la pasión se desborda en las páginas de "El hablador". El paralelo que se desarrolla a lo largo del libro es magnifico porque contrasta el mundo de diferencia pero más sorprendente aún, de similitudes entre el universo de dos "habladores", el injerto de Vargas Llosa (algo común en sus novelas) un escritor y periodista; y un hablador machiguenga, se nota que Vargas Llosa fue tocado por esta suerte de funcionarios públicos (horrible comparación, lo sé), pero no se puede dejar fuera al, discutiblemente, personaje principal del libro: Mascarita, cuya amistad con el protagonista de facto se describe de una manera muy real y entrañable, algo que no es raro ya que Vargas Llosa siempre ha sabido retratar la amistad como pocos autores.
Otra cosa a tomar en cuenta desde el punto de vista narrativo es cómo VLL logra crear el monologo interior/stream of consciousness del hablador, recurso narrativo sello del modernismo pero el cual se produce en la mente de un personaje con una visión del universo, del tiempo, de la vida y la muerte tan fundamentalmente distinta que el resultado es un duelo ontológico mucho más posmoderno que moderno, me recuerda mucho al cuento proto-posmoderno de Borges "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" en el que se describe la manera de pensar de una cultura totalmente distinta con realidades totalmente distintas a la nuestra, VLL lleva éste principio a otro nivel cuando nos pone dentro de la cabeza de alguien de una cultura y realidad básicamente alienigena...y a la vez tan familiar. PERO VLL no se contenta con eso, porque no nos pone en la cabeza de un "machiguenga cualquiera" sino de el hablador, ser tan único y representativo de su pueblo.
Hay un acontecimiento que no vi venir y abre un nuevo plano de discusiones a distintos niveles.
Sin duda uno de sus mejores libros, la historia del hablador la recordaré tanto como el mismo VLL...

Mini-reseña 2666: (Parte de los crímenes)

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Acabo de terminarlo así que esta reseña tiene que ser perdonada de su simplicidad y emoción, como un mal pan salido del horno.
La cuarta parte de 2666 me imagino es la columna vertebral de todo el libro, tesis que confirmaré eventualmente, espero dentro de poco, aunque la verdad también quisiera demorarme un poco más, ni modo, así es la buena literatura.
Gran parte de este libro es un listado de las muertas en Santa Teresa, este recurso me parece genial por diversos motivos, la tonalidad fría y policial puede ser percibida como falta de tacto por Bolaño pero discrepo, ayuda a crear una disonancia que te mete al mundo y sociedad horrible donde algo tan terrible pudo pasar por alto tanto tiempo, y cuando empezó a tomarse como importante, se normalizo; cosa que Bolaño quiere dejarnos bien en claro y demostrar lo atroz que es esto, en mi opinión una de las cosas más claras que demuestran esto último es la descripción de la mayoría de victimas (entre 18-25 años, de baja estatura, pelo largo), descritas de manera tan pueril que no podemos hacer nada por no imaginar a todas las mujeres en nuestra vida como posibles victimas, sensación que estoy seguro era uno de los grandes objetivos de Bolaño, sensación que probablemente sienta cuando ya olvide los personajes y lugares de éste libro...
Sin contar que más de uno de los asesinatos son narrados a mayor detalle, siendo algunos realmente desgarradores e incluso intolerables.
Podría escribir sin cansarme de quién es el asesino de mujeres, si es un individuo, si somos todos nosotros, si es la sociedad que nosotros hemos creado, las reflexiones al respecto que deja este libro son muchísimas y cada uno de los lectores podrán escoger su favorita, la que nos deje dormir con menos problemas.
La trama en si diría que es el asesinato de las mujeres, los personajes que van apareciendo son pájaros posándose en ese macabro árbol y cantando sus historias. Los personajes siguen siendo apasionantes, logro que al principio pensé sería imposible de alcanzar por el constante listado de asesinatos, si bien Amalfitano sigue siendo mi personaje favorito del libro, el elenco sigue aumentando y entre los nuevos personajes mis favoritos son Lalo Cura, Rosita, Klaas, la adivina, etc.
Todos estos personajes se podrían considerar secundarios, y porlo tanto sus tramas también, algunas me parecieron mejor lograda que otras, la del profanador me pareció excelente, la del amorío de Juan de Dios (me gustó el personaje de la psiquiatra pero el final de esta trama me pareció más que abierto inexistente, ¿Pruebas del carácter inconcluso de la novela quizás?).
Por último (aunque sé que me he quedado infinitamente corto) por lo denso y perturbadores que son los temas de la novela podríamos esperar un libro sombrío, difícil de abrir, no es el caso en absoluto, desde la parte de los críticos Bolaños demuestra un esplendido manejo del humor, temía que esta parte se vería ausente de él pero gracias a Dios...¡gracias a Bolaño que no! Un humor eso si, más cuidado de donde se mete que en las anteriores partes, más sutil, más inteligente, se siente menos un recurso estílistico/temático (que no tiene nada de malo usar al humor de esta manera, por cierto) y más un elemento narrativo para dejar aún más en claro el punto del libro (llegando a la parte final, cuando un hombre patea sus perros para dejen de actuar como maricones dejando entrever la actitud machista/homofobica; o la sección de páginas enteras de chistes machistas dichos por un policía).
Escribiendo esta reseña me doy cuenta lo mucho que me ha gustado este libro, me doy cuenta lo muy triste que me sentiré al terminarlo, nada que decir, un librazo, esperemos que la última parte este a la altura...